lunes, 18 de octubre de 2010

Bruce Lee quiere un croissant

Hace ya unas semanas, cuando volví a casa después del concierto de The Whitest Boy Alive, encontré sobre la mesa de casa un ramo de flores con una nota de mi padre (¡que majo que es el Richal!) felicitándome por mi cumpleaños. Justo al lado y sobre otra nota, había algo increíble, algo que me pertenecía, que había creado yo misma y que hacía 25 años que no veía; de hecho, ni lo recordaba. Fue como un viaje en el tiempo, sin Delorean ni la máquina inventada por H.G.Wells, un viaje a mi infancia, la cual tengo muy presente aunque cada día que pasa, la aleje más.

La nota decía algo así: “Desde pequeña apuntabas maneras…” y la regresión, la provocó esto:

"Un chino en París"

Vale sí, no gané el 1º premio pero, como dirían mis hermanos: ¡Primero, caganeroooo... segundo, rey del mundooo!


"1º de EGB"   6 años y ya tenía mejor letra que la Lucas con 21 tacos.


Aquí vemos al bracicorto de Bruce Lee levitando a la puerta de casa en su pueblo natal.


"Había una vez un chinito que iba a pasar muchas aventuras en paris y como
ya sabia que tenia que ir a paris rapidamente cogio todas las cosas que necesitaba."

Con 6 años todavía desconocía la existencia de los acentos, las comas y la Agencia Tributaria y... ¡era tan feliz!

 
Lo que Bruce Lee tiene en las manos es un mapa y, para mí que no ha visto la gaviota pepera gigantesca que le acecha porque no le veo nada preocupado. Escribiendo creo que he mejorado algo con el paso de los años, aunque no puedo decir lo mismo de mi habilidad dibujando, la única diferencia que existiría si lo dibujara ahora, sería el GPS que sustituiría a la Guía Repsol...
 

"Despues de muchos dias de viaje llego (el acento que podéis ver, por supuesto, no es mío) a la ciudad, y se encontro con unos niños que estaban jugando y como no hablaban igual no quisieron jugar con él."

Sin palabras, ¡pedazo cabrones los mini-gabachos!


"El chinito senfadó (¡BRAVO!) porque no hablaba igual se volvió a su pais sin conocer Paris."

Lo de vestir letras con bonitos delantales de puntilla, ponerles pestañas postizas, pajarita y que saquen a pasear a la oveja atada con correa, no tengo muy claro de donde lo saqué.

Y éste tipo de cosas no son las únicas que mis padres guardan de mi infancia... de los típicos dientes de leche colgando de una cadena de plata y las melenas de pelo muerto y trenzado a modo de reliquia, hablaré otro día. Pero vamos, que si alguien me quiere hacer budú, sólo tiene que abrir el cajón de la mesilla de noche de mi madre para abastecerse de todo tipo de muestras de ADN de hace más de 20 años.

4 comentarios:

Luis Ricardo dijo...

Cualquiera hace una carrera en el mundo de los golpes después de semejante experiencia.(¿Supiste si en el cuento del primer lugar le iba mejor al Chinito?)

rib dijo...

...actualmente la historia acabaría como...el chinito senfadó y abrió un bar balato balato...con patata blava i calamal...

h i l i a n d o dijo...

Te acabo de descubrir (por casualidad, como todo lo bueno de la vida) y me gusta, me gusta, me gusta tu blog!
Felicidades

José R. González dijo...

Me parece supertierno y entrañable tu cuento. Y es cierto, ya apuntabas maneras. Estoy seguro que estabas muy por encima de la media :)

Un saludo guapísima,
Jose.