miércoles, 2 de junio de 2010

Pension Boys y Panderetaman

Acabo de preparar el primer gazpacho de la temporada y, mientras escaldaba tomates, pelaba pepinos y ajos, troceaba pimientos y lloraba con un par de cebollas mal folladas, me venían a la cabeza imágenes del pasado sábado. Algunas estaban tan frescas como los tomates, otras han surgido al escarbar un poco en mi memoria reciente y algunas deben estar cifradas en mi disco duro y no creo que tengan intención de salir a la luz jamás. Mejor así.


Todo empezó un -meteorológicamente hablando- indeciso sábado. Cuando me desperté lucía el sol, al salir de la ducha el día era gris, mientras desayunaba en una bonita granja de mi barrio, Lorenzo se asomó de nuevo, durante mi recorrido babeando todos los escaparates del barrio, el cielo se encapotó y cuando me hacían la manicura y pedicura, no tengo ni idea de donde narices estaba el sol porque quedé absorta por la interesantísima lectura del Hola y el Lecturas. Cuando me doy estos caprichos, ya sean masajes, peluquería, limpieza de cutis, pedicura, etc., me siento como la Presley (la de Porcelanosa, no la hija del Rey del Rock y ex del Rey del Pop). En éste caso, me parecía más a la Preysler de la Comarca porque, después de todo el invierno calzando botas, mis pies se parecían preocupantemente a los del hobbit más calloso de El Señor de los Anillos. Después de un buen rato a martillo y cincel, la esteticista optó por una especie de Black & Decker con piedra pómez en su extremo que bien podría haberse usado para lijar las puertas de mi casa. ¡Ahora ya puedo llevar sandalias sin calcetines!

Como no podía ser de otro modo, el modelito que había preparado para esa noche no me acababa de convencer y opté por hacerme con los servicios de un vestido rosa palo con manzanitas negras estampadas que vi en un escaparate (limpiando previamente mis babas del cristal, utilizando la manga a modo de limpiaparabrisas) esa misma mañana. Fue el disfraz definitivo.

Habíamos sido convocados en casa de Zanui a eso de las 18:30h para preparar la estrategia de la noche, empezar con las cervezas, acabárnoslas y salir en comitiva hacia el Fórum. Los únicos puntuales fueron Laia y David, el resto, siguiendo una fina y delicada línea trazada a lo largo de los años, nos presentamos cuando nos dio la gana. Llegué sobre las 19h, y hasta allí me acompañó una taxista gallega a la que diagnostiqué mi misma derivación del síndrome de Tourette. Creo que el nombre adecuado debería ser síndrome de Giménez.

Al llegar al Primavera todavía era de día, nos pusieron las pulseritas y entramos en busca del resto del grupo que andaba desperdigado por el recinto. El primer concierto al que fuimos, después de la parada obligada para abastecernos de cervezas, fue el de The Drums. De camino al escenario Vice me enteré de que Pep pinchará en el Sónar este año, un gran paso en su carrera artística. Que no se preocupe, nos encargaremos de Zanui durante su sesión, no sea que ésta se emocione y se meta en la cabina ipod en mano. The Drums estuvo muy bien, breve pero intenso tocaron su repertorio con ganas y nos las contagiaron. Sin duda, lo mejor de todo fue el hombre de la pandereta con sus convulsiones y los pantalones del cantante que, digan lo que digan, no eran ni unos Dockers, ni chinos, ni pantalones de pinzas, eso era un pantalón de chándal azul marino del Decathlon, acompañado de una camiseta color beige metida por dentro para rematar el curioso atuendo.


Nos dispersamos durante un rato y el lugar de reencuentro fue la zona de picnic. Allí, sentados en una mesa parecida a las del Oktoberfest, rodeados de modernos borrachos en lugar de borrachos bávaros, descansamos un poco, Dani fue a mear unas 12 veces, hicimos fotos y nos reímos hasta que llegó el gran momento con el que David había estado soñando desde hacía semanas, los Pet Shop Boys. No me lo esperaba así la verdad, fue genial, no paramos de saltar y cantar al ritmo de Go West, New York City Boy, Always on my mind, Se a vida é, Suburbia… un recital de super hits con los que hemos crecido. Yo me inventaba la mayor parte de las letras (vamos, como siempre), pero Vladi se las sabía enteras… ¡¿Hay algo en éste mundo que no sepa el tío?! Entre tanta emoción y desfase casi se nos escapa Jaume que, últimamente tiene la puñetera manía de subirse a los escenarios, ésta vez lo agarramos entre cuatro y lo pudimos evitar.


A lo largo de la primaveral noche quisimos rendir nuestro particular e improvisado homenaje a Perdidos, Jaume perdió los chicles, Guiru la cartera, Laia el móvil y el resto perdimos los papeles en el concierto de Pet Shop Boys, en especial David que, ahora no recuerdo muy bien porqué, empezó a imitar a Aznar recitando sus míticas frases: ¡Váyase Sr. González, vá-ya-se!, España va bien y Estamos trabajando en ello (acento tejano incluido), una y otra vez. Yo repetía como un loro cada frase pronunciada con gran entusiasmo… ¡etílicos momentos de felicidad!


Creo que después fuimos a ver a alguien más, me suena algo de Orbital… sí, me suena. Mmmmm… ¡etílicos momentos de amnesia!

3 comentarios:

LagartijaMan dijo...

UUMMMMMMMM!!! Refrescante imagen gazpachil para empezar la mañana... Exijo ver las fotos del vestido, a ser posible puesto (el vestido, digo) Vamos, que para ver lo bien que te queda.

Juan Antonio Torrón Castro dijo...

AINOJA, felicitaciones por tu blog, lo he descubierto al visitar a la Cis y a partir de ahora te sigo.

Saludos.-

Ainoja dijo...

¡¡¡Gracias Juan!!! me alegro que te guste... Besos a la familia!!