viernes, 14 de mayo de 2010

Más Momentos Meetic-os

Al registrarte en una página como Meetic, te ofrecen montones de opciones para que te describas de la forma más detallada posible y que así tus pretendientes comprueben el grado de afinidad entre ambos, además de lo buena que estás.
Entre las muchas cuestiones propuestas y sus posibles respuestas, existen algunas curiosas dignas de mención. Aquí tenéis una pequeña muestra, las opciones en negrita son las que aparecían en mi perfil:

·Para mí el matrimonio es: no es imprescindible, sagrado, no me volverán a atrapar (“la excusa para disfrazarme de princesa y bailar Los pajaritos” no aparece como opción)
·Como: vegetariano, a dieta, halal, como de todo (a mí me suena fatal, sólo faltaba “como de todo y me lo trago”)
·Ingresos: menos de 10.000€ al año, más de 100.000€ al año (que bonito es el amor… ¿brutos o netos?)
·Personalidad: expansiva (¿?), posesiva, supersticiosa (¿?), sociable, viva (eso… ¡que por lo menos respire!)
·Aspecto: ¡un verdadero cañón! (casualmente utilizada por seres sin espejo), agradable de ver, no me corresponde a mí decirlo, ¿realmente el físico importa? (ésta última es la versión políticamente correcta de cayo malayo)
·Mi mayor atractivo: mis ojos, mis pechos, mis pies (Marcelina no podría escoger ésta opción), lo más bonito no está en la lista (¿y dónde coño lo escondes?)

También tienes la oportunidad de escribir una pequeña presentación, subir fotos y describir a tu ideal de pareja utilizando el mismo tipo de interrogatorio.

Cualquier parecido con la realidad es pura coincidencia… o no.

Caso 2 (pero no el segundo):
Creo que fue en septiembre pasado. Mientras chafardeába perfil tras perfil, encontré uno que parecía interesante, un chico majo, aunque con una sola foto. Eché un vistazo rápido a la descripción y no estaba mal, incluso había escrito una presentación que no empezaba diciendo “No sé, es muy difícil describirse a uno mismo…”, ni continuaba con eso de “soy amigo de mis amigos”, cosa que es de agradecer. Decido enviarle un email donde, para no perder la costumbre, parece que esté desequilibrada. La respuesta no se hizo esperar y seguía mi línea de desquicie. Nos mudamos a Messenger, hacemos las presentaciones oportunas (llamémosle Javier) y empezamos a hablar. Todo bien hasta que, inesperadamente, menciona a sus hijos (aquí me doy cuenta que el vistazo a su perfil fue demasiado rápido). 29 años, 2 hijos, una relación tormentosa a sus espaldas. ¡Pleno al 15 chata! Como los niños son un regalo de Dios y yo soy muy devota, sigo con nuestras conversaciones virtuales. Al cabo de unos días nos damos los números de teléfono y nos deshacemos de la incógnita de la voz. Digamos que, por la forma de hablar, el chico parece un poco de barrio. En la primera conversación me habla de lo hija de puta que es su ex, de la pasada y difícil relación que tuvieron (prefiero hablar de horticultura, la verdad) y, para acabarlo de adobar, me espeta un “Yo no me llamo Javier” como el de Los Toreros Muertos, seguido de una explicación y disculpa por la suplantación de identidad. El nombre real es feo, en el fondo entiendo el cambio. Escribiendo esto me doy cuenta de que soy gilipollas (¡ya me lo podría haber dicho alguien antes!), por que, aún y con eso, pasados unos días quedamos para conocernos y cenar. La cita fue concertada un domingo por exigencias paternales. Fuimos a tomar algo y después cenamos sushi regado con vino blanco en un restaurante de mi barrio. Los efectos del alcohol hicieron que acabáramos en mi casa (valiente excusa…) y otros efectos provocados no sé muy bien por qué, no evitaron el magreo posterior. Creo que esos mismos efectos fueron los responsables de que el rato que vino a continuación, no fuera para tirar cohetes. Ya de madrugada, en la cama, en uno de esos momentos que entreabres los ojos y reeliges la posición bajo las sábanas, un par de sonoras flatulencias (que coño flatulencias… ¡eso fueron dos pedos en toda regla!), me desvelaron aún más. Sin salir de mi asombro, pensé en contraatacar (ojo por ojo…) pero deseché la idea de inmediato al ser yo una señorita y no engendrar en mi interior semejante arsenal. A la mañana siguiente nos levantamos a toque de despertador para ir a trabajar, creo que nunca antes había deseado tanto partir hacia la oficina como en ese momento. Evidentemente, no informé a mi acompañante del concierto de zambomba que me brindó la noche anterior, opté por un frío “ya hablamos” como despedida y desaparecí en mi moto. Pasaron unos días sin contacto alguno por mi parte pero finalmente y por Messenger, le aclaré que lo nuestro no tenía futuro. Los pedos sólo perfumaron lo que podríamos llamar, una muerte anunciada.

Espacio patrocinado por:



7 comentarios:

Anónimo dijo...

jajajajajajaja

Ainoja dijo...

Amparo?

montse ferrer vila dijo...

boníssim!

Gemma dijo...

Me he quedado con ganas de más... no como tú con el tal Javier que de lo único que te quedaron ganas fue de salir corriendo! menudo pedorro...

Pyro-X dijo...

ja ja ja ja !!

el momento de la foto del patrocinado por... ha sido enorme!! :DD

hey!! y nada nada podra salvarnos de la invasion de los ciborg!!

ala bona nit! uy encantado de descubrir tu blog

LagartijaMan dijo...

Cáspita (por no decir 'ostias') !!!

No me creo que eso pase de verdad... (no lo de los pedos, que me consta que pasa, sino que tras una cena romantica, etc, y en esa fase preliminar de relacion, que no haya un minimo control ... )

Por cierto, con tu permiso, me pongo este blog como pagina de incio. Leo tus escritos y me recuerdan mucho a los de tu padre, es que esto es cosa de genes !!!

Gracias por el blog, GUAPA !!!

Ainoja dijo...

Lagarto, lagarto...!!! Tú tienes mi permiso hasta para llevarte el portátil al lavabo...!!!
Merci pels ànims!!!

Pyro-X:
Como diría la legendaria Lina Morgan... Agradecida y emocionada, solamente puedo decir: Gracias por venir!!!
Creo que eres el primer comentario que no procede de mi familia y amigos... Uuuueeeeee!!!
PD. tenedme un poco de fe con lo de los cyborg!!!
Moltes mercis per animar-te a esciure!