Hoy tampoco hablaré de chusma, es el turno de gente al cuadrado, una de esas combinaciones imprescindibles como, ginebra y tónica, allioli y mascarilla o resaca e ibuprofeno.
El par al que me refiero comparte carrera, facturas, cromosoma XY y a Rosario, la maja asistenta que les cocina lentejas una vez por semana. Que yo sepa, no comparten ni cama, ni padres, ni cepillo de dientes. Como aquí la única que airea sus intimidades sin pudor alguno soy yo, ya que el resto del mundo suele tener secretos truculentos y escabrosos que prefiere no revelar, les presento los pseudónimos de la extraña pareja: Calvin y el Marqués.
El nombre de Calvin nace de su afición por exhibir la marca de los calzoncillos un palmo por encima de sus pantalones. Oriundo de la tierra de los calçots, sostengo la teoría de que siendo pequeño sufrió algún tipo de catástrofe con éste derivado de la cebolla y su correspondiente salsa, ya que de las súplicas de un montón de buena gente que le rodea para que organice un encuentro de dedos negros, no se ha obtenido ningún resultado positivo. Dios, ¿de cuántas vidas truncadas y sueños rotos serán responsables las cebolletas?
Al Marqués le viene el nombre de su linaje, los Martínez de Irujo. El árbol genealógico de la familia divide sus raíces entre la alta aristocracia y un pelotari de Bilbao, primo segundo de nuestro protagonista. El Marqués tiene la costumbre de mirar a todo el mundo por encima del hombro, no por su título nobiliario como cabría esperar, sino por la exagerada cercanía de su cabeza al techo. Sospecho que la poca distancia entre su ciudad natal y las centrales nucleares de Vandellós y Ascó, puede haber tenido gran influencia en su desarrollo vertical.
Nos conocimos en Reus ya hace algunos años, cuando yo todavía era autista y mi forma de comunicación consistía en movimientos de cabeza y sonidos guturales y ellos compartían piso de estudiantes y aula en una prestigiosa universidad del mismo pueblo. Las presentaciones las hizo un pelotudo del que, por supuesto, hablaré más adelante. Después de años de contactos esporádicos (que no se me malinterprete, yo después de saludar educadamente sucumbía a mi retraso social) surgió, lo que hoy creo poder denominar, una bonita amistad.
Son como House y Wilson con un peculiar toque de Los Morancos… y si no, juzguen ustedes mismos.

2 comentarios:
Disfruto molt llegin-te, ets genial , de veritat, lo vostre és genètic. (Tota la família en general té aquest toc sarcàstic-intel.ligent-divertit)
Moltíssimes gràcies Montse!!! Ens preparem els acudits i els gags la nit abans... som molt "apanyaos"!!!
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