La anti-sistema de mi madre es una de las principales accionistas de la palabra “original”, nos canta la misma canción desde que fuimos concebidos y siempre busca la forma menos convencional de hacer las cosas, desde un trabajo para el cole, un peinado, la decoración de casa… Dotada con una destreza genética para las manualidades, mis hermanos y yo siempre nos hemos disfrazado con las inverosímiles creaciones de nuestra señora madre. Entre muchos otros personajes, nos ha transformado en un contable, un martillo, la primavera, Los Hermanos Marx, una mini-homeless, la semilla del diablo, una vaca loca, un cucurucho de algodón, una momia, un obispo, una cama… ¡Jo mama, que yo quiero ir de princesa! Todos diseñados y creados por ella, con la ayuda de mi abuela en no sabría decir cuantos.
Con una memoria RAM de por lo menos 10GB, Maika -mi madre-, se acuerda de todo, bueno y malo o, por lo menos, lo dice tan convencida que yo me lo creo. Tiene buena memoria excepto para una cosa, la compra. Es su punto débil, no hay día que no olvide algo, aunque rápidamente lo suple con la originalidad que la caracteriza: paella de garbanzos, mojitos de albahaca, tortilla de patatas sin huevo, una pizza con 17 velas para mi cumpleaños… Se podría decir que su mala memoria influyó en nuestra actividad física. Cuando éramos más pequeños y volvíamos a casa a comer con todas nuestras energías puestas en una sola idea -ver los dibujos-, ella nos mandaba a hacer algún recado. Comprar el pan, recoger el encargo de la pollería o ir al colmado, eran obligaciones cotidianas para Lucas y para mí (Guillem, el checoslovaco, se libró por edad), en nuestras respectivas épocas. Al volver a casa con la misión cumplida, escuchar la temida frase “Uy, me he olvidado los huevos, ¡corre al Sr. Ramón otra vez antes de que cierre!”, era una constante. En ese tiempo, adoptamos una nueva forma de despedida en el colmado, cambiamos el típico “¡Gracias, adiós!” por un “Ahora vuelvo…” entonado con la resignación del que sabe que los despistes de su madre no tienen solución.

Muestra de su carácter explosivo la encontramos cuando, cansada de que no le hiciéramos caso tras días repitiéndonos que recogiéramos nuestra habitación y sin la más mínima intención de hacer un trabajo que nos correspondía a nosotros, al volver del cole te encontrabas la habitación como si de Gaza se tratara, un montón de ropa que reposaba ordenadamente enmarañada a los pies de la cama o en la silla, esparcida por todo el cuarto como si la hubieran disparado con bazooka. Contra eso ya no podíamos luchar, estaba armada y era peligrosa.

A éste tipo de gentuza es a la que me refería el otro día, semejante amargada seguro que vivirá mucho, lo de dar por culo al personal da mejores resultados que un tratamiento de rejuvenecimiento. En fin, nadie se merece tal trato, pero mi madre menos.
3 comentarios:
La Maika no es mereix això.Amb clients així no fan falta enemics,però et diré dues coses que aquesta "elementa" hauria d'haver previst :En un restaurant quí té les ARMES és la cuinera i "La venjança és un PLAT que es serveix fred"...
Molts petons a l'anti-sistema, i que sàpigues Ainhoa que desde que la vaig conéixer que l'admiro,i que moltes vegades m'ha ajudat amb la seva energia i el seu "saber escoltar".
Me he quedado sin palabras (es que en realidad a mi se me da mejor lo de leer entre líneas) pero creo que tú ya lo has dicho todo. No te ha quedado cursi para nada (pues ya sabemos que tú eres más bien de barrio) y supongo que a tu madre le habrá encantado, pues a mi solo de leerlo me han entrado ganas de llamar a la mía... así que te dejo que madre no hay más que una y a tí te encontré en la calle!!!
Oye guapa, que del ataque de los cyborg no nos salva ni la Santisima Trinidad, asi que menos humos... lo que si consigues es tenernos enganchados. Ya tardas con el nuevo escrito !!!
Besos
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